101 KM de Ronda. ¡Viva La Legión!
No es una carrera más, no debe serlo, porque he comenzado tres veces este post y no sé si esta será la definitiva. Hemos vivido carreras populares, de 10K, Medias, Maratones, carreras con casi 25.000 personas, otras con tan solo 200 corredores, con mejores y peores organizaciones, pero cuando se llega a Ronda y sus alrededores y te encuentras con todo un pueblo volcado, el ambiente festivo, una motivación continua, el público desde antes de empezar animando, y La Legión en pleno, los corredores saben que esto es otra cosa diferente a una carrera. La salida por las calles de Ronda, el paso por el ruedo de su mítica plaza, la más antigua de las cinco maestranzas españolas, con los corredores emulando la Goyesca, el público en la Sombra y vacío el Sol, fue un presagio de lo que horas más tarde sucedía en la carrera. Nuestro Galgo Maestro, vestido como los grandes, de oro y azabache, dio su primera vuelta al ruedo lleno de fuerza y deseos por culminar la faena.
La primera parte de la carrera, llena de optimismo, marcaba tiempos incluso por debajo de lo previsto, con continuos desniveles, pero con una temperatura extrema para correr. Los primeros compases fueron algo más rápidos de lo previsto por lo que Íñigo contaba con un pequeño colchón temporal, que luego fue poco a poco consumiendo. Al paso por Setenil, en el kilómetro 50 el margen se había consumido y además tocaba hacer una parada larga para descansar. Habían aparecido ampollas en los pies, quemaduras, y las piernas flojeaban. Aquí el calor era extremo, y las fuerzas empezaron a flojear. Una vez emprendida la marcha de nuevo, lo que llegó creo que debió ser un calvario, porque a la llegada al campamento de la Legión, en el kilómetro 70, Íñigo y su compañero Borja tomaron una de las decisiones más duras para un corredor, el abandono de la carrera. Estoy seguro de que durante varios kilómetros por la cabeza de Íñigo solo pasaban frases como "qué hago yo aquí", "cómo se ocurre meterme en esto",..., hasta que finalmente optó por dejarlo. Esta decisión, por dura que parezca, es el triunfo después de haber corrido más de una Maratón y Media seguidas, más del cincuenta por ciento de la distancia jamás recorrida en competición por Íñigo.
Es admirable el esfuerzo, el afán de superación, el sacrificio demostrado, no sólo en la carrera, sino durante los meses de entrenamiento, con perseverancia y entrega diaria. Desde aquí, querido Maestro, hoy te concedemos las dos orejas, que es todo lo que podemos darte. La vuelta al ruedo ya la diste ayer, y el resto del trofeo, lo dejaremos para una cerveza, con una tapa de rabo de toro, ¡eso sí!. ¡Viva La Legión!
Galgo de acogida: Borja
Galgo de acogida: Borja
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